Demóstenes, orador y político de la Antigua Grecia dejó escrito: «No hay nada más fácil que el autoengaño, ya que lo que desea cada hombre es lo primero que cree».
🙄 ¿En serio que me creo lo que deseo, Demóstenes? Es cierto que a veces parece que tengamos un “yo ideal” que vive una vida ficticia y un “yo real” que se queda a medias. ¿No te ha pasado que compras un aparato para hacer gimnasia que luego no utilizas? ¿O te haces con un montón de libros que no llegas nunca a leer? Nos identificamos con nuestro “yo ideal” y le creamos su mundo, quizás porque vernos tal y como somos nos resulta demasiado doloroso, o trabajoso, o vergonzoso.
Para profundizar un poco más en el autoengaño, he observado las mentiras más frecuentes en mí y en mi entorno y he tomado notas ¿te reconoces en alguna de ellas?:
Decir «comenzaré mañana», cuando en realidad podrías hacerlo hoy.
Esperar una suerte de iluminación que llegue de repente y ocurran los cambios que tú quieres en tu vida, sin hacer un trabajo personal profundo sobre ti.
Definirte por un solo aspecto de lo que eres, cuando en realidad cada ser contiene multitudes.
Prometerte «es la última vez que lo hago», cuando ya lo has intentado dejar de hacer otras veces sin éxito.
Esperar que algo externo te dará la felicidad, mientras repites cada día las mismas rutinas insatisfactorias.
Dudar cíclicamente sobre quedarte en ese lugar, o con esa persona, cuando sabes que las dudas persistentes están revelando tu insatisfacción.
Creer que los objetivos se alcanzan por un solo camino, descartando otras vías por rigidez o miedo.
Aparentar una vida en pareja cuando en realidad esa relación se acabó hace tiempo.
Poner toda la esperanza y atención en lo seremos o tendremos mañana, viviendo disociados de lo que somos y tenemos en el presente.
Asegurar que amas a alguien o algo, mientras no le das prioridad, ni le dedicas tiempo, ni te entregas del todo a ella o a ello.
¿Te apuntas a dejar de vivir en la mentira y destapar la verdad?
Después de una toma de consciencia, podemos pasar a la acción, ¿cierto?